Erase una vez un toro al que un sinvergüenza le clavó una espina. Este le dijo a un hombre que toreara al toro con Tito y su hermana. Se metieron al recinto y alguien les avisó que el toro tenía un pincho en la oreja. El toro iba a por el dueño y toda la gente animaba al Gigante. El hombre se llamaba Salvador y su hermano Rubén. Quitaron la espina al toro y les hicieron domadores de toros y esta familia fue rica y feliz.
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